El rey de los live action: 'One Piece'

One Piece Live Action. Fuente: Xataka.
Tras más de un cuarto de siglo surcando los mares, One Piece tiene su adaptación de imagen real. Lo hace de la mano de Netflix, una de las principales plataformas de vídeo bajo demanda del mundo, y con el beneplácito del creador de Luffy y su tripulación, Eiichiro Oda. Pese a las reticencias iniciales y, sobretodo, el miedo entre los seguidores de la banda del Sombrero de Paja, el resultado podemos decir que roza el notable alto.

No, el live action de One Piece no es la perfección entre este tipo de series, pero sí comprende lo que es, hacia qué dirección debe dirigirse y dónde se encuentran sus límites. Partiendo de esta base, estamos ante una adaptación que consigue extraer la esencia de la obra original, con pequeñas licencias para poder dibujar una historia coherente en tiempo y forma. No están todos los personajes pero sí los que deben estar.

Tampoco nos encontramos con un espectáculo audiovisual que pueda equipararse con su serie de animación. Es muy difícil, incluso podríamos decir imposible, llevar a la realidad la hipérbole que se ve en cada combate de Luffy, Zoro, Sanji, Usopp y Nami. Aunque eso no impide que con los recursos existentes pueda presentar una aproximación, dentro de lo factible que, grosso modo, permita al espectador asombrarse en las batallas que tienen lugar en la aventura.

Sin duda, el gran acierto de esta serie de One Piece de carne y hueso la hallamos en sus propios protagonistas y secundarios. El reparto actoral no puede ser más acertado, con Iñaki Godoy mimetizado con Luffy en todos sus aspectos, al igual que el resto del elenco. Y cuyos primeros planos producen que todo el universo alrededor de ellos no transparente sus carencias, que en ocasiones evidencian cierto cartón-piedra.

La tripulación reunida. Fuente: Business Insider España.
También ayuda, para los que disfrutamos del doblaje castellano, voces jóvenes y talentosas que casan muy bien con los personajes: Laura Pastor (Nami), Jon Samaniego (Luffy) o Iván Saudinós (Koby) son buenos ejemplos de ello. Son una generación que ha crecido con el anime y consiguen a la perfección dotar de una interpretación que no se sale de los actores originales. A su lado le acompañan veteranos actores de doblaje que conocen al dedillo One Piece, puesto que han sido responsables de dar vida a los personajes en el anime como Juan Lozano o Rosa Vivas,  cuyo máximo exponente es Alfredo Martínez (Sanji en la serie de animación), que dirige el doblaje del live action y presta su voz a Arlong, en un trabajo de brillantez máxima y del que solo podemos aplaudir hasta que se nos caigan las manos.

Es verdad que hay un pequeño y, a su vez, llamativo aspecto negativo en esto último, con Sanji y el doblaje que realiza el propio actor original, el español Taz Skylar. Y no es debido al acento canario que dota a su personaje, sino más bien por un audio que choca frente al resto, que revela no haber sido hecho en el mismo estudio y a una falta de experiencia en el arte del doblaje, que seguramente en el futuro pueda pulir y mejorar.

En su conjunto, One Piece es un producto muy disfrutable repleto de guiños al manganime, hasta ocultos en su banda sonora, que permite al espectador que ha crecido con la obra original volver a re-imaginar el viaje de la tripulación de los Sombrero de Paja. Una serie que logra el difícil reto de estar a la altura tanto del manga como del anime y hacer deleitar a los espectadores sin entrar en la lista de desastres de los live actions como fueron Dragon Ball Evolution o Death Note.

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