'The Legend of Zelda: The Wind Waker', el Zelda más inmortal

Imagen promocional del juego. Fuente: Nintendo.
El lanzamiento de Ocarina of Time en 1998 supuso un antes y un después no sólo en la industria del videojuego, sino también en la franquicia de Zelda. El legendario título de N64 estableció unas bases que marcarían la evolución de la saga en los años sucesivos. Pero también se provocó un fenómeno habitual entre los fans de Zelda, que comparaban cada nueva entrega con Ocarina. La primera entrega tridimensional de la saga pasó a ser el ideal de Zelda, y todo lo que se saliera de ese marco era objeto de crítica. Majora's Mask lo sufrió en cierta medida, pero sin duda alguna el título más criticado en esta época posterior a Ocarina fue The Wind Waker. El debut de la saga en GameCube apostó por un estilo gráfico de dibujo animado que provocó las críticas de los fans occidentales, pero tras el lanzamiento fue aclamado por su indiscutible calidad.

En The Wind Waker se narran los acontecimientos posteriores a Ocarina of Time. Tras vencer a Ganon, el Héroe del Tiempo regresa a su época y deja a la Hyrule del futuro sin héroe. El reino vive siglos de paz, pero el rey demonio acaba resurgiendo. El rey de Hyrule decide encomendarse a las diosas, que provocan un diluvio sobre el reino como último recurso. El juego se desarrolla en un inmenso océano fruto de aquel diluvio, formado por numerosas islas y bajo el cual se encuentran las ruinas del legendario reino. En este contexto, Link se embarca en un viaje para rescatar a su hermana Abril, en el que deberá hacer frente a su destino.

Fuente: Consolefun.fr
La navegación es la gran novedad jugable del título. Con nuestro barco podemos desplazarnos a un buen puñado de islas, algunas de visita recurrente a lo largo de la partida (Isla Initita, Isla Taura...), otras obligatorias en algún punto de la historia (Isla del Volcán, de Hielo...) y otras totalmente opcionales. Nos encontramos ante un Zelda en el que es tan importante lo que sucede dentro de las mazmorras como fuera de las mismas. Esto se traduce en una gran cantidad de tareas por hacer y contenido secundario. Encontramos pequeños retos de habilidad, todo tipo de minijuegos y grandes misiones secundarias, como la Galería de figuritas del Club Minitendo.

De hecho la exploración del océano abarca secciones importantes del título, como la obtención del tercer orbe, las botas de hierro o la búsqueda de los fragmentos de la Trifuerza, que nos llevaba a realizar tareas como obtener las escrituras de un chalé cuyo sótano estaba infestado de redeads, o encontrar un barco fantasma cuya localización variaba en función del ciclo lunar. Todo esto no quiere decir que las mazmorras de The Wind Waker sean menores. Encontramos una cantidad media de ellas durante el juego (siete, si contamos la Torre de Ganon), destacando especialmente la Torre de los Dioses, el Templo de la Tierra y el Templo del Viento, articuladas todas ellas en torno a la mecánica de tener que coordinarse con Link y otro personaje (una estatua, y los sabios Medli y Makore) para poder avanzar por los templos.

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En cuanto al arsenal de Link, regresaron clásicos como el arco, el bumerán, el gancho o el martillo. Pero también debutaron nuevos objetos que encajaron perfectamente con la nueva ambientación, como la garra (que servía tanto para balancearse a modo de liana como para recoger cofres del tesoro hundidos en el mar), el catalejo, la hoja deku (que permitía planear, un precedente de la paravela) o los cebos, que hacían que nos ayudaran animales como gaviotas o cerditos. La mecánica musical de N64 no se perdió, y en esta ocasión tenemos la batuta de los vientos. Con ella podíamos tocar melodías con distintos efectos, como cambiar la dirección del viento (algo básico a la hora de navegar) o invocar un tornado para teletransportarnos a distintas localizaciones.

Sin embargo, tenemos que detenernos en el apartado de exploración que ofrece el título. Es el Zelda 3D que más importancia le concedió a la exploración hasta la llegada de Breath of The Wild. A algunos jugadores la navegación les pareció tediosa, pero a mí personalmente me fascinó. Tenía la sensación de que siempre había algo nuevo por descubrir. A esto ayudaba no sólo la cantidad de islas disponibles y los desafíos que aguardaban, sino también los numerosos elementos que podías encontrarte en un trayecto entre islas. Había atalayas y submarinos enemigos con jugosas recompensas, podíamos encontrarnos con un peligrosísimo tornado invencible en primera instancia, o incluso nos podía sorprender el ataque de un calamar gigante. Por no hablar de todo el contenido que ofrecían las islas principales, como las subastas de Isla Taura o la caverna infestada de monstruos de Isla Initia. El recorrido principal del título es uno de los más cortos de la saga en 3D (20-25 horas), pero lo compensa con un contenido secundario mastodóntico pensado para los jugadores más completistas.

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El apartado gráfico fue el aspecto más criticado del juego antes de su salida. Los fans habían alucinado con una demo técnica de Link luchando con Ganondorf años antes y se sintieron decepcionados con la nueva estética. Hoy en día podemos decir que el cel-shading ha permitido que The Wind Waker se haya convertido en el Zelda que mejor ha envejecido desde el punto de vista gráfico. Es una película de animación en movimiento, con diseños geniales tanto para los personajes como para los enemigos. Mención especial merece Toon Link, el protagonista más expresivo de la saga, que tiene tiene una mueca para cada situación e incluso podemos ayudarnos de su mirada para encontrar elementos de interés.

La banda sonora por su parte se convirtió en una de las mejores de la saga y lo sigue siendo aún hoy día. En esta ocasión se apostó por un estilo de influencias celtas que le sentó a Zelda como anillo al dedo. Encontramos temas épicos como el del océano, alegres como los de Isla Initia o Taura, o de gran ritmo, como el de la Isla del Dragón. Esta banda sonora acompaña magistralmente el desarrollo de una de las mejores historias de la saga, con guiños a Ocarina of Time, momentos absolutamente increíbles y personajes que desbordan carisma. Destaca especialmente Ganondorf, más sabio, reflexivo y melancólico que de acostumbre.

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En el año 2013, The Wind Waker recibió una versión para Wii U en alta definición, que ofrecía una nueva iluminación, nuevas mecánicas pensadas para el Gamepad (como utilizarlo a modo de mapa, jugar en off-TV o usar el sensor de movimiento para apuntar con el arco) y novedades relacionadas con el quality of life, como una vela más veloz y con la que no era necesario cambiar la dirección del viento, o la simplificación de la búsqueda de los fragmentos de la Trifuerza. En definitiva, una serie de detalles para hacer más disfrutable el juego para los nuevos jugadores.

Como comenté en el artículo dedicado a Sonic Adventure 2, los juegos de la época de GameCube me trasladan a mi infancia. Con The Wind Waker esas sensaciones son muy fuertes, y eso hace que la entrega de Toon Link sea uno de los juegos a los que guardo más cariño. Desde una perspectiva más madura, pienso que The Wind Waker representa todo lo que la saga Zelda es y debe ser. Una franquicia que no permanece inmóvil, que siempre busca sorprender al fan con nuevas ambientaciones, mecánicas, conceptos o controles, y que por encima de todo, sigue su propio camino aunque eso suponga ir a contracorriente. Los años le dieron la razón a Aonuma y su equipo, y The Wind Waker es hoy día uno de los juegos más queridos por el fandom de Zelda. No en vano, es el Zelda más inmortal

Fuente: Nintendo.

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