Imagen promocional de la consola. Fuente: Generación Xbox. |
1. Potencia, rendimiento y almacenamiento: Pequeña pero matona
De primeras, Xbox Series S sorprende por su reducido tamaño. Es bastante más pequeña que una PS4 Slim, para que os hagáis una idea. A pesar de ello y de que evidentemente su procesador no alcanza los números de sus hermana mayor, Xbox Series S sí que cuenta con otras tecnologías en su interior que la hacen de nueva generación, como un disco duro SSD. En cuanto al rendimiento, el sistema puede alcanzar la resolución 2K, pero está orientada fundamentalmente a jugar a 1080p y 60 imágenes por segundo. Es un estándar al que se aspiraba en la generación pasada, pero que a la hora de la verdad no se pudo cumplir en los grandes títulos. Si no tenéis un monitor 4K, Series S es una opción muy válida.
Por otro lado, la consola no cuenta con soporte para el formato físico, sino que es un sistema 100% digital. Su almacenamiento es de 512 GB, pero a la hora de la verdad se quedan en unos 364 GB. Es poco, pero la mayor parte de los juegos ocupan menos en Series S que en Series X, al no tener en cuenta las texturas 4K. Esto a lo que os llevará es que no podréis instalar demasiados juegos a la vez en la memoria interna (unos 7-10 juegos, dependiendo del tamaño), por lo que tendréis que ser más selectivos e ir rotando los títulos instalados.
Consolas y títulos disponibles. Fuente: Player One. |
2. Velocidad, accesibilidad y ventilación: Tan rápido y silencioso como un ninja
Una de las grandes mejoras de la nueva generación es la rapidez e inmediatez con la que cargan los juegos o se inicia el sistema. Estas bondades también están presentes en Xbox Series S. Las pantallas de cargas han reducido drásticamente su duración, lo que se traduce en más tiempo de juego. También tenemos la función de Quick Resume, que nos permite dejar en pausa varios juegos al mismo tiempo e ir saltando de uno a otro para retomar la partida cuando nos apetezca.
La interfaz es sencilla e intuitiva, y tenemos a nuestra disposición un montón de opciones y funciones en el menú, el cual podemos personalizar a nuestro gusto para tener a mano las aplicaciones o los juegos que más usemos, unirnos a diversas comunidades, etc. Otro elemento de Series S que me ha sorprendido muy gratamente es su ventilación. No hace ningún ruido, ni siquiera la escucharéis si quitáis el volumen del juego. Teniendo en cuenta de dónde venimos, es un paso adelante brutal en ese sentido.
Quick Resume. Fuente: Comunidad Xbox. |
3. Controles: El mejor mando, aún mejor
En referencia al mando de Series S, es una evolución del que había en Xbox One, con ligeras modificaciones. La disposición de los joysitck sigue siendo asimétrica (mi opción preferida), tenemos cuatro botones de acción, una cruceta de ocho direcciones (similar a la de Sega Saturn) y cuatro gatillos, con especial mención a los traseros, que tienen un gran recorrido y son muy suaves. Los agarres del mando son rugosos, para que no se nos resbale si nos sudan las manos.
Una de las novedades del mando es la inclusión de un botón para capturar y compartir imágenes o vídeos de nuestras partidas. Como fuente de alimentación se pueden utilizar tanto pilas como baterías (éstas últimas se venden aparte), por lo que cada uno puede elegir la opción que mejor se ajuste a sus gustos. Sin lugar a dudas, estamos ante un mando difícilmente de mejorar, muy cómodo y ergonómico, que puede adaptarse a todo tipo de juegos.
Mandos de la consola. Fuente: MeriStation. |
4. Game Pass: El servicio que lo cambia todo
Lo que hemos comentado hasta ahora está muy bien, pero el elemento que marca la diferencia y que hace que Xbox Series S sea una opción muy a tener en cuenta es el Game Pass de Microsoft. El servicio ofrece, por 10 euros al mes (o 13 con online y EA Access), una selección de más de 300 títulos en constante actualización. Además, todos los juegos desarrollados por los estudios de Microsoft se incluyen en el servicio desde el día de lanzamiento y de manera permanente. Game Pass incluye juegos de todas las escalas y géneros: grandes producciones, una gran selección de juegos indies, juegos de rol japoneses, plataformas, shooters, joyas más ocultas...
Game Pass es un servicio de rotación de videojuegos, de manera que los títulos que no pertenecen a Microsoft permancen en el servicio durante un año como tiempo medio (hay juegos que llevan años y todavía siguen ahí), un tiempo más que suficiente para jugarlos si te interesa. De esta manera y a fecha de agosto de 2021, podemos encontrar juegos de Microsoft como la saga completa de Halo, la de Gears of War, los Fable, Forza Horizon 4, la saga Ori... En cuanto a third parties, contamos con indies como Hollow Knight, Celeste o Narita Boy, o juegos más grandes como la saga Final Fantasy, Dragon Quest XI, Tales of Vesperia, Control, la saga Yakuza o NBA 2K 21, por poner sólo unos ejemplos. Un catálogo inabarcable y que ofrece infinitas horas de diversión.
Game Pass. Fuente: Somos Xbox. |
5. Impresiones finales y reflexión
Series S es un sistema que puede tener un recorrido muy interesante en el mercado a largo plazo. Su relación calidad-precio (300 euros) es excelente, y pone la nueva generación al alcance de mucha gente. Quizá como consola única tiene sus carencias, pero si tienes en casa otros sistemas es una opción realmente buena. También puede ser una puerta de entrada para el público que nunca ha tenido una Xbox, ya que gracias a la retrocompatibilidad y a la presencia de títulos antiguos en la tienda de Microsoft o en servicios como Gold o Game Pass, pueden ponerse al día con las generaciones de Xbox. En mi caso, no podría estar más satisfecho con el sistema. He podido jugar más de 15 títulos en tres meses, la mayoría de ellos a través del Game Pass. Si quieres una consola de nueva generación en la que puedas jugar mucho a bajo precio y no te importe no estar a la última en resoluciones, Series S es tu sistema.
Halo Infinite. Fuente: MeriStation. |
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