El encaje perfecto entre Kanto y Johto en Pokémon

Ciudad Iris (Johto). Fuente: CillavsGames.
Los videojuegos de Pokémon y sus primeras dos generaciones son dos piezas que encajan perfectamente en su puzzle. Una línea argumental entre dos puntos que realmente son opuestos, con una región llena de avances frente a otra donde reina la tradición. Pero que se complementan y entienden sin ningún problema. La primera generación (Kanto) y la segunda (Johto) tienen un espacio temporal de 3 años. La más antigua ofrece futuro y la más reciente pasado. Contradicción que, a su vez, evoca a regresar en su segunda parte. Pues en Oro, Plata y Cristal podemos recorrer otra vez la tierra que conocimos en Rojo, Azul, Verde y Amarillo. 

Los conceptos no se quedan ahí. Pese a tener que combatir contra el mismo equipo villano, su planteamiento e intenciones difieren. Si hacía 3 años sus objetivos era el poder y obtener todos los pokémon, ahora lo es recuperar a su carismático líder Giovanni. Desean recuperar los tiempos de gloria de la organización. El futuro añorando el pasado. Muy poético.

La causa de toda nuestra aventura, los pokémon, pueden evolucionar, en algunos casos, de una nueva forma. La dedicación, el cariño, y la constancia mediante amistad producirá la evolución. La influencia de la hora: día y noche, también les afectará y provocaran la variación de encuentros de pokémon. Es aquí dónde vemos otro detalle. En Kanto teníamos un tiempo sin cambios, sin verse afectado, todo lo contrario en Johto, la luz y la oscuridad se turnan.

La rivalidad en los juegos también cambia. Si primero crecíamos con nuestro amigo descubriendo el mundo Pokémon, en la segunda parte tendremos que hacer un viaje no solo de una región, sino además psicológico con un rival que solo desea dejar de ser la sombra de su padre. Una evolución mucho más personal.

Cerramos la historia con el mayor reto. Enfrentarnos a nosotros mismos. Entre medio de las dos regiones. El personaje que nos acompañó en los primeros juegos contra el actual que manejamos. La misma persona pero en distintos momentos. Pasado y futuro conectados para poner broche y final a un viaje entre dos mundo que se necesitan. El ayer para mejorar y el mañana para evolucionar.

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